La capacidad de curación después de una cirugía es un fenómeno biológico impredecible con extrema variabilidad entre etnias, individuos, calidad de la piel de diferentes áreas anatómicas, características de la técnica quirúrgica y múltiples factores genéticos y mecánicos; hay factores bien conocidos conducentes a resultados estéticos desfavorables, que incluyen, entre otros, piel negra, piel sebácea o grasa, ciertas áreas como espalda, hombros, tórax, ángulo mandibular y lóbulo de la oreja, abdomen, etc, causas por estrés mecánico y tracción de los bordes de la herida como hematoma, seroma, hinchazón o inflamación postoperatoria excesiva, mala planificación quirúrgica, características inherentes a la técnica quirúrgica, etc; a pesar de ello algunas áreas son propensas a una excelente calidad estética de las cicatrices, como el cuero cabelludo, la cara, los párpados, las orejas, los labios, la nariz, la mucosa intraoral, las areolas, etc.
Una cicatriz hipertrófica ocurre cuando hay un sobrecrecimiento de colágeno más allá de los requisitos de cierre y curación de la herida, excediendo las necesidades reales del proceso curativo y, por lo tanto, ocasionando a un relieve elevado a lo largo de la cicatriz debido a la excesiva actividad de los fibroblastos o células cicatriciales altamente especializadas. Algunos síntomas asociados pueden ser enrojecimiento, picazón, hipersensibilidad, dolor, fruncimiento, contracción, retracción, irregularidades, etc.
El tratamiento es inicialmente expectante, ya que la mayoría de los casos evolucionan de manera favorable y espontánea; los casos de hipertrofia prolongada o caracterizados por un mal pronóstico deben tratarse con terapia de presión y apósitos de alisamiento de silicona o poliuretano; si la evolución fuera desfavorable podrían estar indicadas otras acciones, como inyecciones de corticoides, revisión quirúrgica tardía y programada y en las cicatrices más rebeldes radioterapia.